OPINIÓN
Equidad y dignidad.
Jujuy ha convulsionado en los últimos días. Sí, ha convulsionado. Los sucesos de los cuales hemos sido testigos días atrás nos han dolido profundamente a todos los jujeños y han dejado profundas marcas en todos los habitantes de la provincia.
Hemos sido testigos, estemos de acuerdo o no, de un movimiento social, de un hartazgo popular que movilizado, en primeras instancias por cuestiones económicas, decidió visibilizar y salir a reclamar por lo que consideraban justo: un salario que les alcance a los docentes para mantener una vida digna.
Es por esta razón que los docentes salieron a las calles a protestar y, para algunas personas, habrá sido impactante ver a la “seño” de jardín con una cacerola o antorcha entonando cantos que reflejaban un profundo malestar. Nadie creyó en la magnitud que tomaría este reclamo: marchas diarias, marchas de antorchas y una marcada adhesión y apoyo de la sociedad jujeña. Pero todo esto que comenzó de manera ordenada y tranquila fue creciendo hasta desembocar en los hechos de violencia que todos miramos sorprendidos por medios nacionales. ¿Fue necesaria tanta violencia? ¿Acaso no se perseguía una causa justa? ¿Hay ganadores y perdedores? ¿Se quiso opacar una lucha justa?.
como dijo Paulo Freire: "Lucho por una educación que nos enseñe a pensar y no por una educación que nos enseñe a obedecer", y no es esto lo que refleja cada marcha de antorchas, cada concentración, cada canto.
Habrá quienes reivindiquen la lucha docente y quienes quieran ocultarla por intereses que van más allá de nuestros ojos. Sin embargo, ha quedado más que claro que el jujeño sabe cómo expresar con firmeza y decisión su malestar.